Salimos temprano el 2 de enero hacia Nikko, un pequeño pueblo al norte de Tokio. El viaje en tren tomó más de dos horas debido a las conexiones que teníamos que hacer.
Llegamos a Nikko y nos dirigimos a los templos. La primera parada fue en Tosho-gu Shinto Shrine. Este es un complejo de diferentes templos, incluyendo una pagoda de cinco pisos, así como otros santuarios. Lo más destacado de la visita fue la demostración del eco que producen un par de piezas de madera cuando son golpeadas debajo de donde esta un dibujo de un dragón en el techo, si se hace en donde esta la boca del dragón se produce el eco (llamado el llanto del dragón) si se hace en las otras partes del salón no hay eco.
Luego visitamos el Templo Rinno-ji y, aunque estaba en restauración, pudimos apreciar lo impresionante que es este templo. Para la restauración construyeron una bodega de 7 u 8 pisos alrededor de todo el templo, pues la restauración se demorara varios años. Pudimos subir hasta el último piso para ver la restauración del techo. Además, pudimos ver al gran Buda, que es la pieza central del templo.
En el camino de regreso a la ciudad, nos detuvimos en el Puente Shinkyo, un puente muy emblemático en Japón.
Regresamos a Tokio por la tarde en el último tren.