El 31 de diciembre tomamos un tren de Osaka a Himeji. Queremos visitar el Castillo de Himeji, ya que es uno de los mejores castillos de Japón. Llegamos a Himeji a las 11:30 a.m. y fuimos directo al castillo. Tuvimos que esperar en fila bajo la lluvia, pero lo espera fue corta. La fila es organizada y el proceso de entrada está bien coordinado… bueno, estamos en Japón al fin y al cabo.
El interior del castillo es hermoso, aunque no hay decoración porque nadie vivía en él. Los castillos se usaban para defender la ciudad durante los ataques enemigos. Si el enemigo conquistaba el castillo, tomaba posesión de la ciudad. La estructura de madera del castillo es una obra maestra de ingeniería.
Luego visitamos el Jardín Koko-en, un jardín zen muy bien diseñado. Está dividido en varios jardines diferentes basados en la vegetación.
En la tarde, tomamos un tren a Kioto. Llegamos al hostal donde nos alojaremos y el dueño se ofreció a llevarnos gratis a un templo para la celebración de Año Nuevo al estilo japonés, por supuesto aprovechamos esta oportunidad única de ver como se celebra el final del año.
Alrededor de las 10:00 p.m. salimos con el dueño del hostal, un guía y varios otros invitados a un pequeño y acogedor templo a unos 45 minutos en bus. Llegamos al templo y conocimos al monje que dirigirá la ceremonia. Todos nos alineamos junto al bonsho (campana de los templos). A medianoche, los monjes rezan y cantan junto a la campana y luego proceden a tocar el bonsho. Después de completar el ritual, nos invitaron a tocar el bonsho; nos dieron instrucciones precisas para no tocarlo demasiado duro pues tienen más de 400 años y tienen miedo de que pueda dañarse. No creo que un palo de madera pueda dañar una campana de varias toneladas de cobre… pero seguimos las instrucciones.
Después de tocar el bonsho nos dieron algo de comida gratis. Había sopa, fideos y mandarinas.
Este fue el final de la noche, una noche muy cultural para entender cómo los japoneses celebran la víspera de Año Nuevo. Regresamos al hostal alrededor de las 2:00 a.m.
El 1 de enero nos dirigimos a Kinkaku-ji o Rokuon-ji Temple. También conocido como el Templo del Pabellón Dorado, se supone que es el lugar donde se conservan las cenizas de Sakyamuni, el fundador del budismo. Los cientos de turistas que visitan este lugar todos los días son los únicos que perturban la tranquilidad de un lugar tan hermoso. ¡El reflejo del templo en el lago lo convierte en un excelente lugar para fotografías!
Después de tomar algunas fotos y disfrutar del templo por un rato, dimos un paseo por los jardines, que también son hermosos.
Luego nos dirigimos a Fushimi Inari Taisha, desafortunadamente el lugar estaba lleno de gente. Es una gran tradición para los japoneses visitar los templos más importantes el 1 de enero, así que este en particular estaba super lleno. Rápidamente abandonamos esta idea y nos dirigimos a los templos cercanos.
Visitamos el templo Tofuku-ji, que tiene el Sammon (puerta principal) más grande y antiguo de todos los templos Zen en Japón.
Regresamos a Tokio por la tarde.